jueves, 31 de marzo de 2011

La muerte del Comandante Silvino Morán

La muerte del Comandante del Batallón 241, Silvino Morán Fueyo, dio lugar a leyendas, mentiras, medias verdades. Todo esto comenzó con las publicaciones que se hacían en los periódicos de Asturias entre los que destacaba por su beligerancia La Nueva España. También por el miedo cerval e injustificado a una persona cuya combatividad e integridad en la defensa de la Constitución y de la democracia no cedía un ápice. Todos los crímenes habidos e inventados se atribuían a Silvino Morán, incluso cuando se encontraba con su Batallón en Peñas Blancas, o en San Esteban de las Cruces, por mencionar dos lugares de actuación del Batallón que comandaba. Fue acusado de haber mandado volar el Fielato de Riofrio, cuando los datos que poseemos -tomados de la instrucción judicial abierta por este suceso- señalan como autores del incendio y consiguiente explosión -habia dinamita en el fielato para fortificar al dia siguiente- a los falangistas como Zapico, que actuaba como jefe e instigador. Se le llega acusar de las muertes de quienes pretendían evadirse por los puertos y morían de frio en el intento.

Silvino Morán, Angel de Misiegos, Dionisio Fernández (su hijo de 17 años), Asunción R. Pulgar (mujer de Silvino) y su hermana Elvira, se encontraban durmiendo la noche del 25 al 26 de noviembre de 1937 en El Rasón, más arriba del valle de Rio Negro y de las localidades de Nembra.  Una quinta persona se encontraba con ellos, y abandonó la guardia a las 6 de la mañana y marchó del lugar.Al poco tiempo, militares y falangistas rodearon la cabaña en que se encontraban durmiendo. El tiroteo fue intenso, las bombas de mano eran arrojadas por decenas dentro de la cabaña y era Elvira la encargada de arrojar fuera las que no explotaban. Un disparo fortuito en la cabeza acabó con la vida de Silvino Morán, Angel y Dionisio (padre e hijo) -vecinos de Piñeres- murieron acribillados. Las mujeres quedaron malheridas, pero no fueron asesinadas (¿por qué?, otras mujeres en Aller con menos motivos dueron asesinadas inmisericordemente), y las bajaron a Moreda, las hospitalizaron y después de un Consejo de Guera  fueron encarcaledas en Saturrarán (Mutriku). Angel y Dionisio fueron enterrados en el carrascal que hay en la finca, y allí están aún sin que nadie les haga ni un solo recuerdo. A Silvino Morán  lo bajaron en una carreña en la que no cabía -medía 1,85- y fue vejado y maltratado su cadáver en el trayecto a Moreda. En Moreda expusieron su cadáver durante días en el escaparate del Casino.

La muerte de Silvino fue utilizada por el fascismo como un acto de propaganda, pues mientras viviera sabían que no podrían controlar el territorio en los montes y que los milicianos desperdigados después de la caída de los frentes en octubre de 1937, estaría organizados, bajo disciplina militar, y con capacidad de combate. Esas eran las consignas que había dado el propio Silvino Morán, esperando que se pudiera resistir durante el tiempo suficiente como para que el Ejército de la República pudiera conectar ambas zonas.  Existe un diario de guerra de Silvino Morán que fue entregado al Gobernador Militar fascista y que llevaba encima cuando murió, y que esperamos que se encuentre en los archivos y no lo hayan robado los fascistas, tal cual hicieron con sus efectos personales los falangistas de Nembra.

Resaltamos el título de la noticia de su muerte en La Nueva España: "fue muerto". No dicen que murió en combate, ni que fue asesinado. Fue muerto, como si hubiera sido un rayo el que le mató. Lo cierto es que los falangistas de Moreda -reconocidos por Asunción en testimonio posterior- y los falangistas de Nembra -Cándido Alonso, Luis Rodríguez Lobo, Gregorio Velasco y otros, fueron recompensados y alabados por las autoridades fascistas.


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