viernes, 26 de noviembre de 2010

Los caciques de Aller se llamaban a sí mismos “fuerzas vivas”

(Quizás con este expresivo título querían dar a entender que todo lo demás eran “fuerzas muertas”. No deseamos hacer juegos de palabras, pero la Historia los dejó vivos durante el fascismo).

En junio de 1928 con el fin de asegurar el dominio del marqués de Comillas en el coto de Aller, y ante la pérdidas de influencia en la clase obrera, dado el combate que libraba en el Sindicato Único Minero (de tendencia comunista), las personas de derechas de toda la vida, decidieron crear un Comité De Defensa Hullero bajo el patrocinio de la SHE (Hullera Española).
El SOMA se había entregado en los brazos de Primo de Rivera, pactando directamente Manuel Llaneza con el dictador, y fue por ello el único sindicato a quien se le permitió actividad sindical. Los demás eran perseguidos sin contemplaciones. Todos los partidos y sindicatos estaban ilegalizados salvo el Partido Socialista y la UGT (el SOMA en Asturias).
No les bastaba con esto a los caciques de Aller y bajo la Alcaldía de José Hevia, que había conseguido con otros echar de la alcaldía al reformista Benjamín Bernardo (persona que no tuvo empacho en acudir al entierro del dirigente comunista José Calleja en Villamanín), constituyeron una Junta de Defensa o Comité de Defensa Hullera (que ambos nombres adoptan), para que hubiera un solo discurso de derecha fascista y corporativa, y nadie desde sentimientos “humanitarios” se apartase ni un ápice de lo que eran los intereses básicos del caciquismo allerano.
Las asociaciones que conforman el Comité de Defensa son variadas, desde la Cruz Roja –dominada por la derecha- hasta los Humanitarios. Todos ellos tuvieron un papel relevante durante la dictadura franquista, siendo los soportes sociales del fascismo allerano. El Sindicato de Labradores de El Pino (núcleo básico de los falangistas en los años posteriores con sujetos como Manuel de Lillo), el Sindicato Católico de Moreda (con otro falangista “camisa nueva” Vicente Madera, pero de trayectoria intachable para el fascismo), el Sindicato de Labradores de Nembra (dominados por el clericalismo, y luego venero de falangistas).

Los Humanitarios de Moreda siempre apostaron al caballo ganador de las derechas más recalcitrantes y reaccionarias a lo largo de su historia, jamás se sumaron a actos de solidaridad con la “clase obrera” – ni en la Huelga de 1917, ni en la huelga de 1922-, ni condenando los crímenes que se cometieron contra los trabajadores el 11 de abril de 1920, ni los apaleamientos de dirigentes obreros como Francisco Rodríguez, José Calleja, José Pérez…. Tampoco en la represión brutal que se cernió sobre los mineros en Octubre de 1934, y mucho menos durante el franquismo, siendo colaboradores necesarios del falangismo en Caborana y Moreda desde 1938.
Los representantes del caciquismo lideran este Comité de Defensa Hullero en Aller: Francisco Díaz Faes, Manuel González Fidalgo, Maximino Villa Llaneza, Antonio Barettino, Carlos Álvarez, otorgándose el pomposo título de la “fuerzas vivas” de Aller. Cuando los militares fascistas se sublevaron en julio de 1936 estos individuos conspiraban para que implantara el régimen militar y "acabar de una vez por todas con la anti-España". Tuvieron, los que estuvieron en la reunión, distinta suerte, y quienes consiguieron superar la fase del Gobierno del Frente Popular durante los 15 meses de julio de 1936 a octubre 1937 -huyendo a León con sus camaradas fascistas- volvieron para hacer de Aller un infierno de sangre y represión social.

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