En el caso del Sello por la Patria, una familia que consumía pan por valor de una peseta pagaría 10 céntimos diarios (30 días de pan 300 céntimos, tres pesetas). Sin embargo quien pagaba de golpe 100 pesetas pagaría 100 céntimos (una peseta). Quien comprara un coche por 500 pesetas pagaría (1 peseta); quien comprara pan todos los días por el mismo valor al final pagaría cinco veces más (5 pesetas). Nadie protestaba, quien lo hiciera sabía el destino que podía tener (una multa, la cárcel, o la cuneta).
La buena gente -muy buena gente- de derechas del Concejo no protestaron por que no les parecía excesivo que a los trabajadores, y a las personas humildes, los arruinaran aún más con todas estas exacciones económicas. Al fin y al cabo ellos pagaban de golpe -de cien en cien pesetas- y los gravámenes recaían sobre otros, sobre los que carecían de dinero o de crédito. Y era la inmensa mayoría de la población de Aller.
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