Otro desprecio a la mujer, particularmente en esta ocasión, que se había casado con un español. La Constitución de 1931 reconocía un derecho básico, que la mujer podía elegir entre mantener su nacionalidad o bien adquirir la nacionalidad española. Esta libertad de elección suponía respetar el derecho elemental de elección de nacionalidad, sin que nadie se viese obligado a renunciar a la que poseía por nacimiento. El franquismo acabó con este derecho para las mujeres, tal como se ve en el Decreto de mayo de 1938, firmado -para que no hubiese duda alguna- por Franco y su ministro.
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