El 10 de septiembre de 1938, a los 10 meses del aquel fatídico y sangriento 10 de diciembre de 1937 en que fueron vilmente agarrotados en la plaza de Cabañaquinta, sentados en una silla y ajustado el garrote vil a una farola que había en la misma plaza, vienen los fascistas a iniciar un "expediente de responsabilidad civil" por las responsabilidades políticas y por oponerse al "Glorioso Movimiento Nacional".
Se sabe que los bienes que tenían fueron robados por falangistas de Collanzo, y que la librería que tenía Valentín -hombre culto de 47 años- fue desvalijada y repartida o destruida por esos mismos falangistas. Dejaron en la ruina a la familia, y en la indigencia a la madre y dos hermanos de los panaderos de Cuérigo.
Ahora vienen con un expediente de responsabilidad civil, citando expresamente y de un solo golpe a los tres hermanos asesinados ante el público que abarrotaba la plaza de Cabañaquinta. Es como una broma macabra, el fascismo español no dejaba en paz ni a los muertos, ni a sus familias, y este proceder fue el que utilizaron en la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, donde nada impediría que se continuara la persecución "vivos o muertos".
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