Uno de los objetivos del ejército franquista fue ocupar Asturias como una fuente de recursos energéticos. Las minas y los mineros eran un punto fuerte junto con la industria siderometalúrgica de Euskadi. Para ello necesitaban que quienes se encontraban al frente de la dirección de las minas pasaran el examen de "adicto al Glorioso Movimiento Nacional". Pasaron por esa criba ideológica y política desde los ingenieros a los ayudantes y auxiliares, como más tarde los mineros. Aunque, también es preciso decir, más adelante se integrarían a los mineros prisioneros para que la producción "nacional" del carbón se incrementara con trabajo esclavo ("redención de penas").
De momento en febrero de 1938 se impone un test de pureza ideológica a todo quisque que quiera trabajar en las minas. Las declaraciones de los investigados y aspirantes a trabajar se conservan -con toda seguridad en los Archivos de Hunosa, si no fueron destruidos oportunamente- y comenzara un período de represión y control social como sólo durante la Inquisición medieval se ejerció.
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