El cura de Piñeres necesita medio millón de pesetas

En 1957 detentando la alcaldía de Aller el fascista Vicente Madera Peña, el cura párroco de Piñeres pretende construir un "salón parroquial decente", además una casa social para la HERMANDAD OBRERA, y otras dependencias. El nacionalcatolicismo se imponía en la vida cotidiana, pero en determinadas poblaciones había que echar el resto para atraer a la "feligresía" -sobre todo a la juventud- para que permaneciera sumisa al mandato católico. No bastaba, 20 años después de que cayeran los frentes en Asturias, la imposición, el ordeno y mando, pues la represión habia sido mucha y el dolor no se olvida fácilmente. Todos sabían que cuando iban al cementerio pisaban la tumba de Encarnación y de su hijo Luis Velasco, enterrados en el mismo umbral de la puerta fuera del cementerio. Todos recordaban el horroroso crimen de Las Barrosas. Muchos sabían señalar en aquel lejano año de 1957 dónde estaban enterrados los que habían hecho desaparecer en las cunetas o enfrente de la mina "Peregrina". El catolicismo -la Iglesia católica- tenía el santo y sagrado deber de que todo se olvidara que, "hermanos en Cristo", exterminada la raza de los "sin dios", ahora era el tiempo de engatusarlos con salas de juegos, bibliotecas donde se admitían sus libros, y salas de charla a modo de casino "obrero" siempre bajo la atenta vigilancia del cura o de sus acólitos.
El cura exprimió lo que pudo al vecindario, "150.000 pesetas"´-el kilo, que no la barra, de pan costaba una peseta-, la Industrial Asturiana no estaba por la labor de poner dinero a fondo perdido y sólo aseguraba la módica cantidad de 50.000 pesetas. Así que el cura, aprovechando la amistad que tenía con el fascista Vicente Madera, le pide que el Ayuntamiento  colabore en tal iniciativa.
El hambre se cebaba en cada casa, los mineros cobraban salarios de hambre, pero al cura párroco le importaba mucho más que los obreros -hermandad obera- y sus hijos alimentaran el espíritu en los salones de la parroquia.